sábado, 5 de diciembre de 2009

Desde un agujero negro a mi chimenea


¿Aterrizó un niño en forma de materia?

Un grupo de hombres con camisas brillantes aparecieron en mi casa desde casi todos los rincones del mundo. Son algo así como los detectives del universo y están aquí porque algo pocas veces visto cayó desde el espacio. Es que los detectives sospechan que aterrizó un niño transformado en materia. Una materia que se deslizó por un tubo y que está flotando entre las cenizas de mi chimenea.

Los detectives están muy asombrados y comienzan a investigar en el sitio del suceso siguiendo las pistas. Hace unos días estos investigadores, fueron avisados de una lluvia de rayos cósmicos que atravesaron la atmósfera, cayendo justo cerca de mi casa. Un hombre calvo y lleno de canas llamado Alberto, analiza cuidadosamente los restos de materia de rayos cósmicos encontrados en mi chimenea, diciendo que :

“Estos restos cruzaron la atmósfera y se fueron combinando con nitrógeno y oxígeno hasta llegar a la tierra. Y mucho antes de ser materia, fueron rayos cósmicos que tuvieron la mayor energía del universo”. Según el detective este suceso ocurre solamente cada un siglo.

Mientras todos observan el hallazgo, un grupo de detectives de 17 países llegados desde Argentina, alborotan mi casa con voces enérgicas: “Solo unos rayos cósmicos de gran energía tienen la valentía de llegar transformados en materia a una chimenea. Estos rayos viajan a través del universo casi tan rápido como la luz, logrando atravesar espacios llenos de chispas de electricidad con gran fuerza”; Además, repiten una y otra vez que los rayos nunca vienen desde los mismos lugares.

Después de hablar a chorros sobre rayos cósmicos, los detectives rodean mi casa con cintas blancas y observan el universo desde el tubo de mi chimenea. De repente, otro detective encuentra una nueva pista diciendo:

“Los rayos cósmicos de ultra energía, deben venir de lugares cercanos y que guardan en su centro mucha energía, ya que si vinieran de lugares lejanos en el camino chocarían con regiones llenas de electricidad y les sería muy difícil llegar a la tierra”.

Estos hombres son como búhos del espacio. Espían lo que pasa allá afuera trepándose entre las estrellas fosforescentes que cubren el universo. Esto es fantástico y nunca imaginé que mi casa sería el observatorio de un grupo de detectives venidos desde más allá del cielo. Lentamente estos hombres van conociendo el origen de esta materia, trabajando día y noche para hacer realidad sus deseos.

Avanzada la madrugada del segundo día, un nuevo detective aparece en la puerta de mi casa. Es un hombre flaco, de mirada desviada y de nombre medio raro. Anda en silla de ruedas y viene a descubrir si es que alguna vez fue un niño el rastro de rayo cósmico que todos miran desde mi chimenea. Luego de un breve saludo, lanza una voz robótica diciendo:

“En el universo hay lugares en el espacio y en el tiempo que tienen en su centro mucho calor. Estos lugares pueden ser estrellas que viajando por el espacio se quedaron sin combustible y se achicaron lentamente. Al encogerse y enfriarse estas estrellas hacen que ni la misma luz pueda salir de este lugar, formando una mega explosión llamada agujeros negros”

Los detectives llegados desde Argentina, son los únicos que creen en la idea de este misterioso hombre. Ellos saben desde hace algunos años que los rayos cósmicos salen disparados desde agujeros negros supermasivos de galaxias muy cercanas a la nuestra. Según estos detectives “estos agujeros negros se comen toda la materia que los rodea, formando algo muy similar a lo que sucede después de sacar un tapón de una bañera”.

Para el sujeto en silla de ruedas todo esto tiene mucho sentido. Porque señala que: “De los agujeros negros sale materia y radiación muy pequeñas. Es decir los agujeros negros no son tan negros. Si un astronauta entra a un agujero negro sale de allí reciclado en otra energía, pero el astronauta en sí mismo nunca sale de un agujero negro.”

Estos búhos llevan tres noches en mi casa y al parecer esta es la madrugada más importante. Horas de ideas y discusiones llevan los detectives del universo hablando sobre agujeros negros, mientras el desanimo en sus rostros se hace notar cada vez más. Es justo el momento en que una ampolleta se prende en la cabeza del detective Chileno Ricardo Troncoso. Este hombre joven y barbudo confiesa que:”El origen de un agujero negro está en el futuro”.

Después de unos segundos, el hombre de voz robótica mueve su silla de ruedas en forma circular declarando que; “Si un cuerpo consigue entrar por un agujero negro podría aparecer aplastado y desintegrado. Sin embargo se puede decir que la materia que forma a ese cuerpo, puede llegar a otro universo. Es decir lo que regresa de un agujero negro es muy diferente de lo que cae”.

El sujeto sigue girando por un buen rato pero luego se detiene y agrega que: “Cualquier objeto que quede dentro de un agujero negro que desaparezca, irá a parar a un universo propio. Además este pequeño universo puede unirse nuevamente a nuestra región del universo en forma de otro agujero negro”.

Todos quedamos asombrados ante las confesiones de este hombre. Se acerca la hora de la verdad y los detectives rodean a este sujeto. Él se convierte en el centro de atención de todos los detectives que están en mi casa, porque piensan que la gran respuesta que buscan, la puede tener este hombre.

Mientras lo rodean, el detective chileno lo mira y le dice: “El destino que tiene una persona al entrar en un agujero negro es chocar con su propio futuro”.Sin embargo, el hombre en silla de ruedas contesta: “si un astronauta entrara a un agujero negro quedaría desgarrado en el tiempo real en que ingresó. Pero existe un tiempo imaginario. En este caso el astronauta que entra a un agujero negro sale en forma de otra materia desde otro agujero negro de un mismo tamaño.”


Después de pasar noches intensas, los detectives del universo se miran unos a otros desconcertados. El plazo se acabó y los búhos espaciales de camisas brillantes, se están retirando frustrados al no poder saber si los restos de rayos cósmicos fueron alguna vez un niño.

Son las siete de la mañana y un detective del universo toca la puerta. El llega a cerrar el caso. Es cuando el misterioso hombre en silla de ruedas se dirige por primera vez a mi y me aclara: “Lo que sale de un agujero negro no lleva tarjeta de identidad. Esto quiere decir que no se puede viajar a través de un agujero negro. Solo se podría viajar teniendo en cuenta al tiempo imaginario”.

Luego se da media vuelta y echa a andar su silla de ruedas retirándose de mi casa cabizbajo y cerrando la puerta. Yo me quedo aquí solitario sentado en el piso mirando mi chimenea y recordando cada noche que viví con los detectives.

Es que esos búhos espaciales llegaron a mi casa un día y me hablaron de rayos cósmicos y grandes agujeros negros. Ellos trabajaron largas madrugadas con sus ojos puesto más allá del cielo. Y aunque jamás supieron lo que realmente fueron estos restos de rayos cósmicos, yo sigo y seguiré sospechando que fue un niño el que aterrizó en forma de materia y el que cayó por la chimenea de mi casa.

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